lunes, 29 de julio de 2013

¿Alguien se fía de las cuentas de la alcaldesa de Madrid ? ¿Y de la Comunidad presidida por el propietario del chalet de Marbella?


MOVIMIENTO DEMOCRÁTICO RADICAL "LA RESISTENCIA MADRILEÑA".POR UNA CANDIDATURA UNITARIA PARA MADRID, que mande a su casa  para siempre al PP,PSOE,IU y UPyD, MIEMBROS DE LA CASTA CORRUPTA.
¿Alguien se fía de las cuentas de la alcaldesa de Madrid ? ¿Y de la Comunidad presidida por el propietario del chalet de Marbella?
Doy por hecho que ni el más tonto de los tontos.A estas alturas de la película dice que debe 8.300 millones de euros, aunque viendo como tapa agujeros la alcaldesa y su equipo  y lo mal que lo hacen, lo normal será que la Deuda real de Madrid sea de cualquier forma de 12.000 millones de euros, ya que esta gente tiene la costumbre de no computar las inversiones plurianuales externalizadas al estilo de los mafiosos del Deutsche Bank.
Esto querría decir que los ciudadanos de madrid capital deben per cápita 3400 euros por lo menos.
¿Las fuerzas del mercado se cobran víctimas? Por supuesto que sí.Y si tu alcaldesa es idiota las víctimas pueden ser como las provocadas por un terremoto, que es lo que está ocurriendo en el Ayuntamiento de Madrid,con una serie de gestoras que no tiene ni puta idea de por dónde andan.
A fin de cuentas, a los entusiastas del mercado libre les encanta citar a Joseph Schumpeter, que hablaba de la inevitabilidad de la “destrucción creativa”, pero ellos y su público invariablemente se describen siempre como destructores creativos, no como los creativamente destruidos.
La Botella de Aznar y Dancausa, nos aumentan la DEUDA per cápita madrileña,  de forma verdaderamente destructiva y solo podremos terminar con ella, mandándoles a su casa en las próximas elecciones, algo que los ciudadanos de Madrid nos demandan.
Pues adivinen: alguien siempre acaba siendo el equivalente moderno de un productor de látigos de carruaje, y ese podría ser usted.
En Madrid tenemos desgraciadamente al 50% de los corruptos del país, incluidos los responsables de los partidos más importantes de España, y entre los que corrompen seguramente no menos del 75%.
Su trabajo consiste en que el mercado sea lo más disfuncional posible. Que los concursos y subastas se las lleven siempre los mismos. Que la prensa comprada esté lo más quebrada posible, y que los ciudadanos, corderos de matadero traguemos con toda esta inmundicia.
A veces, los perdedores del cambio económico son individuos cuyas aptitudes se han vuelto superfluas; a veces son empresas que prestan servicio a un sector del mercado que ya no existe, y a veces son ciudades enteras que pierden su lugar en el ecosistema económico. El declive es una realidad.
En Madrid han desaparecido el 40% de los comercios que había en 2007 y en septiembre puede que sean el 50%.Y también en el centro urbano.
Echemos una ojeada a Detroit y Pittsburg, dos ciudades, cuyos corruptos multiplicados por 100, no alcanzaban ni al 10% de la corrupción madrileña.
Es verdad que en el caso de Detroit, la disfunción política y social parece haber empeorado las cosas. Una consecuencia de esta disfunción ha sido un caso grave de “dispersión laboral” en la zona metropolitana; los empleos abandonaron el núcleo urbano aun cuando el empleo en el área metropolitana de Detroit seguía creciendo, y aun cuando otras ciudades estaban viviendo una especie de renacer de los centros urbanos.
Menos de una cuarta parte de los trabajos que se ofertan en la zona metropolitana de Detroit se encuentran a menos de 20 kilómetros del céntrico barrio tradicional de negocios; en el centro de Pittsburgh, otro ex gigante industrial cuyos días de gloria son cosa del pasado, la cifra supera el 50%. Y la relativa vitalidad del centro de Pittsburgh podría explicar por qué la que fuera capital del acero da muestras de un renacer, mientras que Detroit no para de hundirse.
Por tanto, mantengamos desde ya un debate serio sobre la mejor manera en que  ciudades como Madrid pueden gestionar la transición cuando sus fuentes tradicionales de ventaja competitiva desaparecen. Y mantengamos también un debate serio sobre nuestras obligaciones como país con aquellos conciudadanos que han tenido la mala suerte de encontrarse viviendo y trabajando en el lugar equivocado en el momento equivocado, porque, como decía, el declive es una realidad, y economías como la de Madrid  acabarán contrayéndose, tal vez de manera drástica, hagamos lo que hagamos.

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